Mi afirmación, a la que ellos rotundamente se oponen, se expondría bajo los siguientes términos:
“La influencia que el trabajo de los actores tiene en el resultado final de un trabajo cinematográfico es mínima radicando la importancia de aquellos a los que llaman estrellas en su poder de convocatoria y marketing y para nada en un supuesto aporte de calidad”
Invariablemente caerán rayos y centellas sobre quien se atreva a realizar semejante reflexión en voz alta. La gente tiene muy bien aprendida la lección, les han enseñado a tener actores favoritos, a ser críticos con sus actuaciones, a utilizar expresiones como “se come la pantalla” o “no da la réplica” distinguen a los actores de “el método” y la huella innegable del Actors Studio.
Lo que hacen los chicos de microsiervos es enumerar la cantidad de cosas que obvia tu cerebro cuando se enfrenta a la sucesión de imágenes cinematográfica, la cantidad de elementos que voluntariamete se esfuerza en ignorar. Ellos ponen como ejemplo el comportamiento de un cerebro procesando un episodio de Star Trek:
• Tu cerebro ignora por momentos que la historia estás viendo es de ficción, que está situada en un futuro lejano que no es real, en un lugar lejano que tampoco existe.
• Tu cerebro te hace pensar que Kirk, Spock y McCoy son personajes reales, cuando en realidad son otras personas actuando e interpretando un papel.
• Tu cerebro pasa por alto que los decorados baratos son de cartón piedra y las naves, miniaturas. A cierto nivel crees que esos escenarios y naves espaciales existen y que los protagonistas viajan en ellas.
• El montaje cinematrográfico requiere grabar cada escena con múltiples tomas, diferentes planos y saltos temporales, algunos bastante evidentes. Tu estás viendo la serie en televisión, pero para tu cerebro todo tiene una continuidad perfecta, como si estuvieras viviendo en 45 minutos uno o varios días reales de acción. (Y si has visto alguna vez un making of te das cuenta de que ni siquiera cuando dos personajes dialogan fueron grabados al mismo tiempo.)
• Tu cerebro escucha la voz de los actores mientras les ve mover los labios, aunque en realidad son personas hablando en otro idioma. Realmente estaban hablando en inglés, pero tú escuchas otras palabras en castellano. Cada vez que ves una película doblada se produce este genial efecto, que aceptas con total naturalidad. ¡Por favor! La voz de Kirk es en realidad de una persona real llamada Constantino Romero, al que incluso habrás visto en otros programas, pero tu cerebro también ignora eso a menos que te fijes especialmente en ello.
• Tu cerebro utiliza trucos ingeniosos para hacerte creer que una imagen plana en la pantalla de la televisión es en realidad una escena real en tres dimensiones. Más adelante lo recuerdas todo con profundidad y detalle, y podrías hasta construir un modelo 3-D bastante aproximado del puente del Enterprise.
• Si estás concentrado en lo que estás viendo, tu cerebro ignora toda imagen que haya alrededor de la televisión y los ruidos de ambiente, concentrándose en la historia.
• Aunque tus ojos realmente están viendo 25 fotogramas o «imágenes estáticas» por segundo procedentes de la televisión, tu cerebro te hace creer que el movimiento es tan fluido y continuo como el del MundoReal™. Este otro efecto, como el del doblaje, también es genial que exista en nuestras mentes, porque sin él no podríamos disfrutar ni del cine ni de la televisión. (Se cree que algunos animales como los insectos, ven muchos más «cuadros por segundo» de modo que para ellos ver la tele es como mirar una sucesión de diapositivas.)
Un cerebro que es capaz de autoengañarse a estos niveles ¿de verdad puede verse influenciado por los nimios detalles que separan una u otra actuación? No se los vuestros, pero el mío si se pone puede creerse hasta lo de los Power Rangers. Para mi gusto, lo realmente esencial, importante y venerable es el guión.
Es posible que yo pueda estar equivocado (la mayoría de la gente no se puede confundir) pero aún así, cuando oigo a dos personas comentar la última película de Sean Penn y Jude Law haciendo hincapié en la calidad de las actuaciones (que han visto dobladas al español y no con sus voces originales) no puedo evitar que se me escape alguna sonrisa mientras espero que alguien remate con entusiasmo, como si acabase de inventar la frase: “¡es que se come la pantalla!”
Nota: Los puntos que enumeran como se autoengaña el cerebro están copiados del blog de microsiervos, las opiniones aqui manifestadas son propias y soy el único responsable de ellas.