miércoles, julio 13, 2005

Diseccionando a Tomás

Desde los 10 años en que lo hizo de la mano de su madre Tomás no ha vuelto a entrar acompañado en el metro. Así viaja solo a diario, a media tarde. Ocupa un asiento vacío y con su mochila el contiguo, siempre de espaldas al andén.
El vagón que comienza casi vacío empieza a llenarse lentamente y cuando ya no quedan sitios disponibles miradas torvas le dedican a él y su mochila.
En ocasiones alguna anciana, alguna embarazada, le solicita a Tomás que le permita ocupar el asiento libre y a Tomás le producen desprecio, porque su asiento no está libre, simplemente espera ser ocupado.
A través de los cristales observa los rostros de las chicas que entran en las distintas estaciones, observa sus cuerpos accediendo al vagón y cuando la combinación de cuerpo y rostro es de su agrado, Tomás retira sigiloso la mochila.

Los sueños de Tomás duran unas estaciones durante las que disfruta del perfume o del roce casual y confía en que algún día la chica le hablará o él, tal vez impelido por la fuerza del amor verdadero, romperá su maldición y se atreverá a hablar.
A Tomás, a sus 35 años, nunca le han querido.

Fotografía: http://www.rit.edu/~obbpph/NEWeb/fancy/rolloverimages/portfolioview.html

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