martes, septiembre 20, 2005

Bye, bye, Veintena.

Andaba yo ayer con el tiempo pegado a… las posaderas, pero no puedo dejar sin comentar mi fin de semana en Madrid despidiendo la veintena. Me gustaría poder decir que he entrado en los treinta años con la cabeza bien alta, pero no las tengo todas conmigo. En cualquier caso si creo haber despedido los Tempos gloriosos (TM) del modo que lo merecían: locamente. Y es que estos últimos veinte-tardíos estaban siendo lo que a un chavalote maduro corresponde y salvo algún despendóle puntual, mi cabeza parecía estar asentándose definitivamente sobre mis hombros, pero este fin de semana la perdí del todo.
Me dejé caer por la fiesta de la calle Fuencarral, donde el amigo Penoso (Jorge) nos infiltró en la carpa montada por Beefeater. Allí Oscar preparaba cócteles tras la barra (ni que decir que Oscar es máximo responsable de mi embriaguez). Por cierto, recorría el lugar una compañera de Corcuera que me entrevistó (aunque ésta trabajaba para el canal de televisión de los 40, lástima no haber visto a la propia Sandra, yo a ella la reconocería pero ella a mi no, de modo que podría haber sido gracioso).
No voy a alargar en exceso la narración de mis aventuras etílicas, todos las habéis vivido. Solo destacar que volví a casita en auto-stop, como en los Tempos gloriosos (TM), y es increíble, amiguitos míos, la fauna que le recoge a uno por las noches (en resumen: una chica que me hizo proposiciones deshonestas, pero vamos, que no estaba mi cuerpo para batallas y para hacerle un despropósito a la muchacha, mejor no intentarlo y una parejita que venia de hacer sus “cosas” en el coche. Ella no debía haber quedado muy contenta porque no paraba de repetir que su novio era un moro (textual, yo no tengo la culpa) y solo quería que se la chu… bueno, no importa).
Conclusión: Sin duda los treinta le cambian a uno algo por dentro. Esta mañana me he levantado mucho mas sereno, mas relajado, mas alto, mas guapo y con mas dinero (jaja) De manera que este año asiento la cabeza, encuentro a la mujer de mi vida, me caso y procreo.. todo con la esperanza de encontrar en alguno de estos actos mi razón de existir.

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